Con la creación de los Tribunales Orales y el cambio de procedimientos penales en la Capital Federal en abril de 1993, Carmen Argibay solicitó y obtuvo un traslado manteniendo su jerarquía, convirtiéndose en jueza del Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2. En este tribunal, sus sentencias se caracterizaban por ser concisas, claras y comprensibles para el público en general, describiendo de manera precisa los hechos y las pruebas sin recurrir a citas extensas de jurisprudencia, doctrina o normativa, salvo cuando era estrictamente necesario.
Un caso emblemático durante su tiempo en el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 2 fue la condena de los líderes de una secta por reducción a la servidumbre, junto con los jueces José Massoni y Hugo Boano. Este fallo fue destacado en la laudatio académica cuando se le otorgó el Doctorado Honoris Causa a Carmen Argibay.