El inicio del camino que se trazó para la creación de las asociaciones de mujeres juezas coincide históricamente con la adopción de la CEDAW en 1979.

Cuando la Asociación de Mujeres Jueces de Estados Unidos (NAWJ, por sus siglas en inglés) cumplía 10 años, realizó un evento en Washington al que invitó a cincuenta juezas de distintas partes del mundo a participar en los paneles y talleres que se desarrollarían en el evento.

Carmen Argibay fue invitada a ese evento por las mujeres juezas norteamericanas que la conocían por su trabajo junto con la Embajada de Estados Unidos en Argentina para un proyecto de reforma del Código Procesal Penal de la Nación. En Octubre de 1989 asistía a Estados Unidos junto a las otras juezas delegadas de distintos países y sistemas jurídicos, quienes encontraron que todas tenían problemas en común, especialmente la violencia doméstica y la discriminación de género impuesta por actitudes patriarcales. Allí nació la idea de crear una asociación internacional que facilitara el intercambio de noticias y métodos que pudieran ser útiles en la función jurisdiccional. 

En la sesión final de la reunión, se preguntó a las participantes si querían continuar el movimiento que había comenzado en Washington. La respuesta fue un rotundo ¡SÍ! Antes de partir, las juezas internacionales se comprometieron a compartir sus experiencias en la reunión de aniversario de la NAWJ de EE.UU. con sus colegas y determinar si había apoyo para formar una asociación internacional. 

La Asociación Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ por sus siglas en inglés) se creó en 1991 con una resolución que lleva la firma de Carmen Argibay, contando con tan solo 50 mujeres. Para el 2002 ya estaba conformada por más de 4000 miembras en más de 90 países. Además, fue la primera asociación internacional en llevar la violencia doméstica al discurso público en 1994.

Inspirada por esta asociación y tras una Conferencia en San Diego a la que asistió con las Dras. Elena Highton de Nolasco y Gladys Álvarez, Carmen impulsó la creación de la versión argentina de la asociación, la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA). En sus comienzos, AMJA funcionaba como un capítulo de la asociación internacional, bajo sus estatutos pero con actividad propia. La asociación fue introducida públicamente en una mesa redonda sobre violencia doméstica. Algunos meses después, en noviembre de 1993, la asociación organizó un taller sobre violencia doméstica en Córdoba.

Durante sus 30 años de existencia, AMJA ha llevado a cabo innumerables capacitaciones a miembros/as del Poder Judicial sobre Lenguaje y Género, maltrato laboral, periodismo y género, violencia de género, trata de personas, entre otras; lleva a cabo encuentros nacionales e internacionales que versan sobre temáticas específicas que cambian cada año. Y también han realizado capacitaciones en otros ámbitos como en escuelas.

Uno de los proyectos que ha hecho particularmente orgullosa a Carmen, fue la primera capacitación en igualdad de género de 1997, curso que llevó a cabo 25 seminarios titulados “Hacia una Jurisprudencia de Igualdad: La mujer, el juez y las leyes de Derechos Humanos”, coordinado por Carmen Argibay e implementado en Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay. La meta de este proyecto era introducir la perspectiva de género en la labor judicial, especialmente la aplicación de la Convención de la CEDAW, que no era conocida en ese momento, junto con los otros instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos incorporados en nuestra Constitución en 1994.

Carmen se refirió a este proyecto en el libro sobre los 20 años de la IAWJ y, de puño y letra, dijo que:  

Estamos particularmente orgullosos del trabajo de AMJA relacionado con la JEP. AMJA asumió la responsabilidad de implementar la JEP en Argentina, Chile y parcialmente en Uruguay durante un período de tres años. Dos de los talleres de las Tres T (Formación de Formadores) se llevaron a cabo en Buenos Aires, según lo estipulado por el BID, y los seminarios posteriores se llevaron a cabo en Chile y Uruguay. Se suponía que íbamos a dar un total de 12 seminarios en Argentina, pero a través de una gestión cuidadosa y austera de los fondos, pudimos realizar 25. Además, algunos de los capacitadores de AMJA se ofrecieron como voluntarios para continuar con los seminarios o nuevos talleres de forma pro bono, ampliando así el efecto del proyecto (…).  El impacto del Programa JEP fue evaluado por el Lic. Ignacio Piovani, quien observó que, incluso cuando un seminario en particular no parecía haber alcanzado su objetivo, proporcionó a los participantes los conocimientos y habilidades necesarios para hacer cumplir las convenciones de derechos humanos. También se elogió el trabajo de los entrenadores. La JEP inspiró a uno de los formadores, el juez Fernando R. Ramírez, a examinar la forma en que se tipifican los delitos violentos contra las mujeres en los tribunales ordinarios de la Capital Federal. Encontró que el hecho de no designar formas específicas de violencia llevó a ocultar la alta incidencia de violencia doméstica”. 

Una de las características que han resaltado quienes conocieron a Carmen es su honestidad, ella siempre decía lo que pensaba. Y eso se ve reflejado en una situación suscitada en la V Conferencia Bienal Internacional de la IAWJ celebrada en Buenos Aires. En el informe de los 20 años de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, Carmen relató sobre el evento que:

AMJA también se enorgullece de haber organizado y presentado la Quinta Conferencia Bienal de la IAWJ en Buenos Aires del 17 al 21 de mayo de 2000, sin ningún apoyo del Gobierno o del poder judicial argentino. Desde el principio, resultó ser una reunión llena de acontecimientos, comenzando con un mensaje muy cálido e inspirador enviado en video por Mary Robinson, entonces Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Una situación muy desconcertante ocurrió cuando el entonces Presidente de la Corte Suprema, que había ignorado las solicitudes de participación de la Asociación, decidió que hablaría después de todo cuando se dio cuenta de que asistían más de 500 juezas, incluidas de otros países. Fue bastante difícil negarle la oportunidad de hablar, aunque la jueza Argibay, presidente de la IAWJ en ese momento, intentó hacerlo. Habiendo fallado en examinar la literatura que AMJA le dio por adelantado, su discurso burló tan flagrantemente los ideales y objetivos de la IAWJ que durante muchos años después, se le recuerda como el hombre que aconsejó a una sala llena de juezas: “Chicas, regresen a la cocina y quédense ahí!”.

Tras sus declaraciones, Carmen llamó públicamente “machista” al entonces presidente de la Corte. Esta situación fue reflejada en los titulares de los periódicos al día siguiente, por lo que a partir de entonces, la Conferencia recibió una atención inesperada por parte de los medios de comunicación. Este fue un efecto positivo porque se visibilizaron los temas del encuentro que se centró en Mujeres al límite; es decir, mujeres que sufren a causa de la violencia, la vejez, la enfermedad mental, el sida, la pobreza, el analfabetismo, la discriminación étnica, la condición de refugiada o inmigrante.

En 2017, el encuentro volvió a ser llevado a cabo en Argentina y AMJA tuvo la tarea de organizar la XIV Conferencia Bienal Internacional de Mujeres Jueces. Esta vez, a diferencia del 2000, la CSJN la declaró de interés por una resolución firmada por todos los ministros.

Durante la celebración de los 30 años de AMJA, algunas de las socias recordaron lo que ha significado y significa AMJA para ellas, para el Poder Judicial, para las mujeres y la comunidad en general:

“Hace muy bien juntarse, hace muy bien pensar en conjunto. Y esto es magnífico, porque de una asociación que éramos muy poquitas y ahora son muchas y en todo el país, es muy impresionante. Y tiene que seguir creciendo, porque nada mejor que el intercambio para pensar qué hizo la otra”.

“Tantos recuerdos, tantos sueños compartidos, tanto trabajo comprometido e inclaudicable en pos de la promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres. Esto marca un antes y un después, fuimos la primera asociación de este tipo, una asociación de juezas reconocida a nivel nacional e internacional, que cambió los destinos no sólo de nuestro país sino también de nuestra región. Porque quisimos decir lo que hasta ese momento era invisible, los temas de género, la violencia de género, la mediación, tantos temas que hasta ese momento, algunos eran desconocidos y otros eran invisibles. AMJA tuvo ese rol de ser protagonista de visibilizar esos temas, de ponerlos en la agenda pública”.

“No existía la palabra empoderamiento en ese entonces, pero ahora, si uno mira para atrás, esas charlas que teníamos cuando nos reuníamos, hoy se podrían convertir en empoderamiento”.

AMJA es un lugar propicio para completar nuestra formación judicial pero también para lograr el Poder Judicial que queremos (…) el camino es el colectivo”.

“Yo era muy jovencita en ese momento y para mí sumarme a AMJA significó conocer un grupo de mujeres fantásticas. Muchas de ellas lograron cambiar el curso de la historia del Poder Judicial y de los Ministerios Públicos en Argentina y marcar una impronta muy importante no solamente en lo que es la estructura del Poder Judicial, sino también en las decisiones que se empezaron a dictar a partir de la constitución de AMJA como asociación (…). AMJA nos permite traer a mujeres jóvenes, a mujeres con mucha trayectoria, a mujeres de distintas disciplinas, de distintas provincias, de distintos países, que todas atravesamos las mismas dificultades, las mismas problemáticas, y aprender mutuamente unas de las otras”.

“Por la lucha, por el amor, lo que hemos avanzado, porque somos parte de una lucha, porque tenemos que ser un modelo para las más jóvenes, porque creemos que no estamos tan equivocadas que las mujeres vivimos mejor ahora. Yo se que hay muchos femicidios, muchos problemas de abuso (…) tenemos muchos problemas por los que seguir luchando pero creo que vamos por el sendero correcto. Y creo que estas luchas nos hacen cada día más fuertes y hace que disfrutemos mejor y vivamos mejor”.

“Transmitir lo que es AMJA para mi es una cosa absolutamente personal que fue el encuentro personal con determinadas mujeres que a mí me permitieron un crecimiento personal”.

Estas experiencias lideradas y empujadas por Carmen Argibay han traído sinergia. Para ella, como para muchas socias, AMJA es la generadora de espacios únicos de intercambio entre mujeres que trabajan en el Poder Judicial, en el Ministerio Público Fiscal, el Ministerio Público de la Defensa y otras instancias judiciales que facilitan articulaciones institucionales invaluables.

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