Columna de AMJA en Comercio y Justicia
Por Claudia Zalazar
Poner al género en la agenda de la discusión pública implica que se involucren diferentes actores e instituciones de la sociedad, como es la salud. Ello, por cuanto resulta indefectible que la persona víctima de violencia sufra algún estrago en su salud física o psíquica y porque en este ámbito se puede desarrollar una clara actividad de detección temprana e incluso de prevención.
Por todas estas razones, una adecuada formación de los operadores del sistema de salud desde un enfoque de género y con un conocimiento profundo del significado e importancia que poseen los derechos humanos es una pieza indispensable para modificar las prácticas que perpetúan la violencia familiar y así evitar la victimización secundaria e institucional.
En este orden resulta de gran importancia que el Ministerio de Salud de la Nación por Resolución 1093/2023, del 30 de mayo pasado, haya aprobado el “Manual Clínico de Atención Integral de la salud ante situaciones de violencias por motivos de género. Herramientas para los equipos de salud”, que era una deuda pendiente en la materia.
Dicho manual se encuentra dirigido a quienes integran los equipos de salud interdisciplinarios e intersaberes del sistema sanitario (con formación en medicina, psicología, enfermería, trabajo social, asesoramiento legal, agentes sanitarios, administración, promotoras y promotores de la salud, etc.), en especial a quienes trabajan en el primer nivel de atención y brinda herramientas para la atención integral a mujeres, niñas, niños, y adolescentes ante situaciones de violencias por motivos de género.
Es un documento muy completo que brinda orientaciones claras para los equipos de salud, especialmente para quienes no están especializados en el tema, siendo su aporte fundamental el brindar herramientas para identificar violencias por motivos de género aún en aquellas personas que no consultan por ello.
Su enfoque integral es clave para que los equipos de salud puedan reconocer oportunidades de detección, prevención temprana y abordaje de las violencias más allá de cuál sea el motivo específico de consulta. Pensemos que quienes integran los equipos de salud pueden ser las primeras personas a quienes las mujeres expresen su situación de violencia.
Cada consulta (ginecológica, odontológica, traumatológica, de control prenatal, atención por guardia, entre otras) es una oportunidad, a veces única, de prevenir y detectar señales tempranas de violencia de género e incidir en la disminución de la morbimortalidad por esta causa.
En este orden los efectores de salud deben recordar que su función más importante es brindar acompañamiento, y no hacer un diagnóstico. Además, deben evitar cuestionar a las personas en sus relatos y garantizar un acompañamiento que procure la protección y el resguardo necesario para no incrementar la situación de violencia (revictimización).
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