En una de las tantas entrevistas que se le realizó, contó sobre un tema clave para esa época, la obediencia debida, y cómo la enseñaba en sus clases. Carmen Argibay expresó que:  “…en el derecho penal existe la obediencia debida como una causa de justificación de la conducta, pero esa existencia de esa causa significa que el que obedece no tiene la posibilidad de revisar la orden, y además la orden no es manifiestamente ilegal. Yo venía enseñando todo eso en la facultad, les decía a los chicos, por ejemplo, yo soy juez penal y le doy una orden al jefe de policía que me detenga a fulanito de tal, porque lo tengo acusado por tal delito. El jefe de policía ni la puede discutir, ni la puede examinar, porque no puede meterse en mi expediente y tiene que cumplirla  (…). Ahora, si yo le digo, deténgamelo y fusílelo en la Plaza de Mayo inmediatamente, él sabe que esa orden es ilegal, porque yo no puedo darle la condena, y menos la condena a muerte que no existe como pena. Entonces si la cumple, eso no es obediencia debida y no lo justifica. Eso existe, me pasé no se cuántos años enseñando eso”.